Los amigos se cuentan con los dedos de una mano. O eso dicen, pero a mí me faltan manos, pies y de todo. La gente a la que le caigo mal dice que "voy de popu", y los que les caigo bien dicen que "soy muy maja y por eso tengo tantos amigos". Obviamente, prefiero hacer más caso a los segundos, pero sé que es normal lo que dicen los otros, y que a veces tienen razón. Recuerdo que llegué a mitad de curso mi primer año y durante unas pocas semana unas niñas me hacían bullying. Después se me subió a la cabeza eso de ser "popu" y empecé a acosarlas yo a ellas. Por suerte todo acabó, aunque nos llevamos un parte cada una. Esa es la peor etapa de mi vida, y no hablo de ella con nadie. Lo más gracioso es que ahora somos amigas todas (ellas tres y yo) y son las chicas con las que me junto. Ellas son las que me dicen que amigos de verdad hay pocos, y yo en el fondo estoy de acuerdo, porque de todas las personas que dicen ser mis amigas ni siquiera un cuarto de ellas son de verdad gente en la que confiar. Cada día me traiciona "un amigo", pero ya ni siquiera me duele, y me da miedo que algún día me traicione alguien en quien confíe y me dé igual. Cada vez que pienso en ello le doy vueltas acto seguido a una pregunta que me hago diariamente: ¿Confío en alguien?
Como cada mañana, abrió el único chat que tenía fijado y escribió con velocidad: "buenos días! :)", guardó el móvil en su bolsillo trasero y fue a desayunar. Se puso el café y le llegó un mensaje, lo que hizo que el corazón de la chica se parara por un momento y comenzara a latir con mucha fuerza al pensar que había sido ese chat de arriba del todo el que había sonado. Sabía que no era así, pero aún le pasaba, no había conseguido acostumbrarse a la ausencia de la antigua dueña de esa conversación. Supuso que era normal, apenas hacía diez días de todo, bastante que iba a volver a clase. Se tomó el café y una tostada a duras penas, desde que su ángel de la guarda se había ido nunca le apetecía comer nada. Le dolía que los buenos días nunca tuvieran un segundo tick indicando que habían llegado a su destinataria. Pero es que en realidad ya no había destinataria. La chica salió del portal y caminó, triste, mientras una canción que no era capaz de escuchar sonaba en sus cascos y ...
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