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NÁUFRAGOS (por María Hernández)

Tras veinte años perdidos por la gran isla que nuestros náufragos desconocían, decidieron dirigirse hacia el norte para buscar algún poblado cercano a su improvisado campamento, donde pedir asistencia médica y un cobijo mejor al que tenían. Durante su larga travesía por la isla hasta aquel supuesto poblado el cual anhelaban encontrar, hallaron una extraña caja. Al abrirla vieron que estaba repleta de distintas provisiones como latas de conserva, botellas de agua e incluso una lancha hinchable y un mapa con el cual orientarse. Se sintieron inundados de felicidad , sus imploros y oraciones a Dios habían sido escuchadas, y éste les había recompensado con aquella caja repleta de maravillas, pero pronto algo se les empezó a mostrar familiar, aquella era una de las cajas que ellos mismos cargaron en el ferri en el que viajaban días antes del naufragio. Seguían encontrando objetos caja tras caja, pista tras pista y a orillas de la isla divisaron el gran barco culpable de haberles traído a nuestros viajeros tal desdicha de destino, y más tarde decidieron explorar, pues nada podían perder porque todo lo que tenían lo perdieron de camino a aquel destino que hasta ellos olvidaron. Al entrar, nadie creyó lo que sus ojos veían, dentro encontraron algunas personas a las cuales pronto comenzaron a reconocer, padres, hijas, parejas e incluso amigos les esperaban allí, habían pasado tantos años que se habían dado por perdidos, nadie pensó que se volvieran a encontrar. Tras varias horas conversando, hablando, riendo y jugando jamás nadie hubiera creído que pudieran haber sobrevivido tanto tiempo en el barco, pero les hicieron entender que allí fueron a parar tras el naufragio que había sido tres días atrás.

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