Tras veinte años perdidos por la gran isla que nuestros náufragos desconocían, decidieron dirigirse hacia el norte para buscar algún poblado cercano a su improvisado campamento, donde pedir asistencia médica y un cobijo mejor al que tenían. Durante su larga travesía por la isla hasta aquel supuesto poblado el cual anhelaban encontrar, hallaron una extraña caja. Al abrirla vieron que estaba repleta de distintas provisiones como latas de conserva, botellas de agua e incluso una lancha hinchable y un mapa con el cual orientarse. Se sintieron inundados de felicidad , sus imploros y oraciones a Dios habían sido escuchadas, y éste les había recompensado con aquella caja repleta de maravillas, pero pronto algo se les empezó a mostrar familiar, aquella era una de las cajas que ellos mismos cargaron en el ferri en el que viajaban días antes del naufragio. Seguían encontrando objetos caja tras caja, pista tras pista y a orillas de la isla divisaron el gran barco culpable de haberles traído a nuestros viajeros tal desdicha de destino, y más tarde decidieron explorar, pues nada podían perder porque todo lo que tenían lo perdieron de camino a aquel destino que hasta ellos olvidaron. Al entrar, nadie creyó lo que sus ojos veían, dentro encontraron algunas personas a las cuales pronto comenzaron a reconocer, padres, hijas, parejas e incluso amigos les esperaban allí, habían pasado tantos años que se habían dado por perdidos, nadie pensó que se volvieran a encontrar. Tras varias horas conversando, hablando, riendo y jugando jamás nadie hubiera creído que pudieran haber sobrevivido tanto tiempo en el barco, pero les hicieron entender que allí fueron a parar tras el naufragio que había sido tres días atrás.
Como cada mañana, abrió el único chat que tenía fijado y escribió con velocidad: "buenos días! :)", guardó el móvil en su bolsillo trasero y fue a desayunar. Se puso el café y le llegó un mensaje, lo que hizo que el corazón de la chica se parara por un momento y comenzara a latir con mucha fuerza al pensar que había sido ese chat de arriba del todo el que había sonado. Sabía que no era así, pero aún le pasaba, no había conseguido acostumbrarse a la ausencia de la antigua dueña de esa conversación. Supuso que era normal, apenas hacía diez días de todo, bastante que iba a volver a clase. Se tomó el café y una tostada a duras penas, desde que su ángel de la guarda se había ido nunca le apetecía comer nada. Le dolía que los buenos días nunca tuvieran un segundo tick indicando que habían llegado a su destinataria. Pero es que en realidad ya no había destinataria. La chica salió del portal y caminó, triste, mientras una canción que no era capaz de escuchar sonaba en sus cascos y ...
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