Vacío. Vacío y una tristeza infinita que me rodea en este pozo en el que me he metido, y del que no sé si voy a salir. Un vacío inmenso lucha en mi interior por hacerse más espacio, mientras que mis emociones positivas luchan contra él, cada vez más debilitadas. Es extraño, un vacío haciéndose espacio, luchando contra la alegría, la felicidad y las risas, como un gigante contra un ejército de enanos. Los enanos acabarán aplastados por su enemigo, y éste, victorioso, comenzará a hacerse paso dentro de mí hasta acabar por hundirme. ¿Le quedará mucho a la batalla? ¿Conseguiré pararla antes de que me destroce? A la primera pregunta de momento no tengo respuesta, pero desde luego sé que la segunda se responde con un sencillo: "sola, no". Y soy consciente, pero ahora mismo no hay nadie que me pueda ayudar con esto. La persona idónea no ha aparecido todavía, y la otra que podría ayudarme está en otro sitio bien lejos de mí, con lo que de momento tendré que seguir soportando mi lucha interior en silencio cada día, callando mi sufrimiento para no preocupar a los míos, a pesar de saber que los enanos, por muchos que sean, no pueden vencer. Y yo lo intento, lo intento con todas mis fuerzas, pero al parecer el gigante me está matando. Espero encontrar rápido una solución aparte de plasmar todo aquí. Y estas palabras... ¿Son pura ficción?
Como cada mañana, abrió el único chat que tenía fijado y escribió con velocidad: "buenos días! :)", guardó el móvil en su bolsillo trasero y fue a desayunar. Se puso el café y le llegó un mensaje, lo que hizo que el corazón de la chica se parara por un momento y comenzara a latir con mucha fuerza al pensar que había sido ese chat de arriba del todo el que había sonado. Sabía que no era así, pero aún le pasaba, no había conseguido acostumbrarse a la ausencia de la antigua dueña de esa conversación. Supuso que era normal, apenas hacía diez días de todo, bastante que iba a volver a clase. Se tomó el café y una tostada a duras penas, desde que su ángel de la guarda se había ido nunca le apetecía comer nada. Le dolía que los buenos días nunca tuvieran un segundo tick indicando que habían llegado a su destinataria. Pero es que en realidad ya no había destinataria. La chica salió del portal y caminó, triste, mientras una canción que no era capaz de escuchar sonaba en sus cascos y ...
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