Lucha. Lucha hasta el final, con uñas y dientes, como si no hubiera un mañana. Lucha por lo que quieres, por lo que viviste y también por lo que vivirás. Lucha por un buen futuro, por conservar el pasado, por las personas a las que quieres, por las que te quieren, por las que quisiste y ya no están, por las que te quisieron. Lucha porque las cosas no llegan, las cosas se encuentran. Lucha para conseguir tus metas, lucha por amor, por alegría, por valor, por ilusión, por cualquier cosa que un día te diera las ganas de levantarte a vivir la vida cada día. Lucha por tener alas, por dejar volar la mente y la imaginación, por tu libertad y la de tu gente, por un mundo más justo, por igualdad. Lucha por las cosas que merezcan la pena, y valora las que parezcan una tontería. Lucha, pero también descansa después de una batalla. La vida es una guerra, y mientras estemos aquí tenemos que luchar por ganar las peleas. Tenemos que luchar por los que no pueden, por los que se fueron, por los que no están, por los que se rindieron, por los que tuvieron que dejar de luchar, por los que perdieron batallas, por los que las ganaron y por los que aún libran otras. Lucha por todos, por los que pelearon, por los que se sacrificaron, por los que lo dejan todo para librar una guerra. Lucha por este mundo, para salvarlo, para cambiar las cosas, para arreglar lo que estaba roto. Lucha por crear nuevas metas, por alcanzar las antiguas, para ser valiente, para ser fuerte, para ayudar, para apoyar, para recibir ayuda y para recibir apoyo. Lucha para cambiar, para ser mejor persona, para convertirte en alguien que, a pesar de sus defectos, se hace querer. Lucha, por lo que más quieras lucha.
Como cada mañana, abrió el único chat que tenía fijado y escribió con velocidad: "buenos días! :)", guardó el móvil en su bolsillo trasero y fue a desayunar. Se puso el café y le llegó un mensaje, lo que hizo que el corazón de la chica se parara por un momento y comenzara a latir con mucha fuerza al pensar que había sido ese chat de arriba del todo el que había sonado. Sabía que no era así, pero aún le pasaba, no había conseguido acostumbrarse a la ausencia de la antigua dueña de esa conversación. Supuso que era normal, apenas hacía diez días de todo, bastante que iba a volver a clase. Se tomó el café y una tostada a duras penas, desde que su ángel de la guarda se había ido nunca le apetecía comer nada. Le dolía que los buenos días nunca tuvieran un segundo tick indicando que habían llegado a su destinataria. Pero es que en realidad ya no había destinataria. La chica salió del portal y caminó, triste, mientras una canción que no era capaz de escuchar sonaba en sus cascos y ...
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