Miro el cuadro fijamente. Pero no se mueve ni me revela nada. Realmente, no sé qué esperaba. Bueno, sí lo sé, pero no me atrevo ni a pensarlo. Por desgracia, mi madre sí. Quiero decir, que entra en la habitación y al verme así me dice:
- Cariño, ¿qué haces? ¿Esperas que aparezcan unas letras en ese cuadro o algo?
- Joder, mamá - digo entre dientes
- ¿Disculpa?
- Perdón por el taco, pero es que me has leído el pensamiento
- ¿Cómo? - mi madre arquea las cejas por lo menos hasta la estratosfera
- Era broma, mamá, evidentemente no espero que aparezcan letras en un cuadro - miento - Simplemente estaba mirando, pero sin ver
- ¿Y eso cómo se hace? - Contra lo que yo pensaba, enarca aún más las cejas. No sé cómo es capaz
- Pues a ver, mamá, ¿nunca te has quedado mirando algo pero sin saber qué era mientras pensabas en otra cosa?
- La verdad que sí
- Vale, pues eso me estaba pasando - vuelvo a mentir
- Ah, vale - por fin baja las cejas a su posición original y se da media vuelta para irse. Y cuando por fin parece que va a volver a donde estaba a hacer lo que sea que estuviera haciendo, se da media vuelta bajo el marco de la puerta y dice:
- Uh, si yo venía a por mi libro - después de cogerlo de su mesilla por fin se marcha, y yo puedo volver a observar el cuadro como si me fuera la vida en ello. Y de algún modo, así es. A ver, yo solo quiero encontrar a mi hermana, pero es casi como la mitad de mí, y probablemente si no la encuentro me pillaré una depresión de caballo, así que prácticamente me va la vida en ello. Me saca de mis pensamientos que parece que por fin las letras se dignan a aparecer por el cuadro. Llamo a mi madre a gritos, por si está lejos, y en un segundo llega. No debía estar en la otra punta de la casa. Justo cuando va a preguntarme qué pasa, barre la vista por la habitación y se detiene en el cuadro. Solo le salen tres palabras de la boca:
- ¿Qué es esto?
- ¿Qué es esto?
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