Relato a partir de la palabra esquina
- Ya sabes que no me van las cosas estas
- ¿Ves? Ni siquiera sabes cómo se llaman, mucho menos si te gustan
- Es que no me sale la palabra. Además, llevamos mil años andando y no llegamos
- Dos giros y estamos
- ¿Cómo que dos giros? O sea, que si cojo y doy dos vueltas sobre mí misma llegamos, ¿es eso?
- Que no, tonta, que giramos dos esquinas y llegamos
- Así que vienes mucho. Porque para saberte hasta las esquinas que hay que girar...
- Confías en mí, ¿sí o no?
- Sí. Pero cuando me organizas cosas raras y no me dices ni lo que son... Encima el día de mi cumple, y encima el de los 18, ¡es que me puedes haber liado cualquier cosa!
- Pero porque es una sorpresa. Si te digo lo que es pierde la gracia
- ¡Esa es la palabra que buscaba! Sorpresa, que no me gustan las sorpresas
- Eres muy aburrida
- Vale, aburrida y todo lo que tú quieras, pero dime a dónde vamos
- ¿Te acuerdas de la pandilla?
- Pues claro. Y lo que les echo de menos...
- Bueno, normal, no nos vemos desde hace 6 años
- Vale, pero, ¿qué tiene que ver la pandilla con todo esto?
- Ya te he dado una pista, no te puedo decir más
- No, no me dejes así. Lucas, dime algo más o me vuelvo a casa
- Soy tu mejor amigo, ¿no? Pues confía en tu mejor amigo. Sabes que te conozco mejor que tú misma y que no haría nada que no te gusta, así que te esperas una esquina más
- ¿Una todavía? No vamos a llegar nunca
- Es esa de ahí enfrente, donde el cartel azul. Te echo una carrera
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