Quiero amar. Reír, llorar, gritar, hablar, aprender, escuchar, escribir, y leer junto a alguien que me haga feliz. Quiero enfadarme, alegrarme, entristecerme, ver, hacer, planear, besar, acariciar, abrazar, consolar, reconfortar, pedir, conceder, ayudar, prestar, viajar y moverme con quien me dé las ganas de levantarme cada mañana, de salir a saltar, correr, andar, subir, bajar y a comerme el mundo. Esa persona que no se vaya nunca y que saque lo bueno de cada momento, que me haga querer, envejecer, recordar, echar de menos, ser mejor persona y sacar lo mejor de mí. Vendrá dispuesto/a a llenar el vacío de mi pecho, y yo le devolveré el favor. Lo prometo.
Como cada mañana, abrió el único chat que tenía fijado y escribió con velocidad: "buenos días! :)", guardó el móvil en su bolsillo trasero y fue a desayunar. Se puso el café y le llegó un mensaje, lo que hizo que el corazón de la chica se parara por un momento y comenzara a latir con mucha fuerza al pensar que había sido ese chat de arriba del todo el que había sonado. Sabía que no era así, pero aún le pasaba, no había conseguido acostumbrarse a la ausencia de la antigua dueña de esa conversación. Supuso que era normal, apenas hacía diez días de todo, bastante que iba a volver a clase. Se tomó el café y una tostada a duras penas, desde que su ángel de la guarda se había ido nunca le apetecía comer nada. Le dolía que los buenos días nunca tuvieran un segundo tick indicando que habían llegado a su destinataria. Pero es que en realidad ya no había destinataria. La chica salió del portal y caminó, triste, mientras una canción que no era capaz de escuchar sonaba en sus cascos y ...
Y llegará.
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