Te conocí y me salvaste la vida. Te vi y me perdí en tu mirada. Te oí y me perdí en tus palabras. Te besé y me perdí en tus labios. Te acaricié y me perdí en tu cuerpo. Te abracé y me perdí en tu cuello, en ese perfume que tanto te gustaba. Te encontré y nos quedamos juntas. Te miré y te vi irte. Te eché de menos, lloré por ti. Te busqué, te pedí que volvieras. Volviste. Te vi irte, pero esta vez conmigo, a ser felices. Te encontraron. Luchamos con fuerza. Te fuiste, pero no por voluntad propia. Le conocí. Te encontró, nos volvió a juntar. Luchamos contra el mundo, nos enfrentamos a la sociedad. Conseguimos vencerles. Volvieron a la carga, con más fuerza. Ella nos ayudó, pero volvieron una vez más. Nos derrotaron. Huimos a un país libre, a vivir la vida. Enfermaste, volvimos. Te cuidé. Él, que nos odiaba, nos separó. El amor fue más fuerte y me buscaste, aquella noche de fin de año. Lloraba por ti cuando llegaste, te abracé con todas mis fuerzas, se escurrió tu vida entre mis brazos. Me despedí de ti después, a solas, recordando en todo lo que vivimos. Te eché de menos, lloré y lloré por ti, mi amor. Él me ayudó a vencer mis penas, pero no salía adelante, no era capaz de volver a querer. Una vez más me ayudó, me dijo que escribiera. Escribí, escribí sobre ti, sobre lo que nos había pasado, pero lo convirtieron en algo que no se parecía. Conseguí seguir adelante, volví a querer. Y a quien quise se fue, por miedo. Acabé sola, pero con tu recuerdo en mi memoria para siempre. - Carta de Celia a Aurora (escrita por mí, no es real)
Como cada mañana, abrió el único chat que tenía fijado y escribió con velocidad: "buenos días! :)", guardó el móvil en su bolsillo trasero y fue a desayunar. Se puso el café y le llegó un mensaje, lo que hizo que el corazón de la chica se parara por un momento y comenzara a latir con mucha fuerza al pensar que había sido ese chat de arriba del todo el que había sonado. Sabía que no era así, pero aún le pasaba, no había conseguido acostumbrarse a la ausencia de la antigua dueña de esa conversación. Supuso que era normal, apenas hacía diez días de todo, bastante que iba a volver a clase. Se tomó el café y una tostada a duras penas, desde que su ángel de la guarda se había ido nunca le apetecía comer nada. Le dolía que los buenos días nunca tuvieran un segundo tick indicando que habían llegado a su destinataria. Pero es que en realidad ya no había destinataria. La chica salió del portal y caminó, triste, mientras una canción que no era capaz de escuchar sonaba en sus cascos y ...
Muy bonita, increible pero a veces cierta.
ResponderEliminar