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POR FIN

Por fin. Lo he conseguido por fin, es que ni me lo creo. Ya puedo estar tranquila, ahora descansaré en paz. Muerta, sí, pero en paz. Después de los insultos y vejaciones de Luis, las palizas de Marco y las mentiras de Carlos ya no podía más, así que fui al río y me tiré. Mala suerte que sobreviví: al pasar por una de las rocas grandes alguien se acababa de tirar y me salvó. Sufrí más, me regañaron duramente e hicieron cosas que no soy capaz de recordar ni siquiera ahora que no estoy en vida, por lo que decidí que lo volvería a intentar, pero de otra forma: cogí un cuchillo de la cocina y me hice unas marcas en las muñecas. Metida en el baño, me sentí desfallecer y me desmayé, pero lo siguiente que recuerdo es el dolor que solo podía producirse por una cosa. Más bien, por una persona: Marco. Mientras estaba inconsciente me pegó, el muy cobarde. A partir de ahí me sometió a su voluntad: tráeme esto, recoge no sé qué, limpia aquello... Cuando tenía que salir llamaba a Luis o a Carlos, y si no podían venir me ataba, con un poco de suerte, a la cama, en un mal día, a la silla. En el caso de que no le obedeciera, algún día que me encontraba con fuerzas para revelarme, me miraba con esos ojos de loco que se le ponían y yo no era capaz de nada, ni siquiera de moverme: me ponía a llorar. Si había bebido me pegaba, si no me encerraba en el trastero "para que recapacitara y dejara de comportarme como una niña pequeña". El problema era que no dejaba de vigilarme, así que no podía escaparme de ningún modo. En vista de que estaba un poco más relajada (en realidad era que desfallecía por la poca comida que me daba) un día hizo los nudos algo más flojos, diciendo que era para que no me hicieran daño, dado que me hacían unas marcas horribles. Fue suficiente para llegar a mi teléfono y llamar a emergencias rápidamente, pero solo pude decir: "Con la policía, por favor. Ayuda. Calle del Moral 25, piso 4B, rápido. ¡SOCORRO!". Después colgué y fingí que no pasaba nada cuando llegó mi "novio". Llamaron a la puerta, me miró con esa mirada horrible y fue a abrir. Los policías pasaron bruscamente, me vieron y le detuvieron en un segundo. Después se lo llevaron, y yo aproveché para dejar todo por escrito. Luego, tomé unas pastillas y acabé con mi pesadilla. Y ahora que ya lo sabéis todo, entenderéis por qué me siento aliviada de estar, por fin, muerta.

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