"Nunca más. No lo repetiré nunca más". Asomada al balcón, Elisa recordó su promesa, pero también las dos palabras que le habían roto los esquemas, que le habían cambiado la vida, que la habían separado de Bea, que le habían hecho el último año imposible. Una vez más se preguntó cómo dos sencillas palabras podían hacer tanto daño, cómo un bicho tan bonito podía ser letal, pero esta vez tampoco tenía respuesta. El abismo que tenía dentro la estaba matando, se hacía muy fuerte cada vez que estaba sola, le daba miedo, tenía que acabar con todo. Pero tendría que romper su promesa, y no sabía si estaba dispuesta a correr ese riesgo. Decidió que no, que acabaría con todo de otra forma: con el plan C. Antes de tener tiempo para pensarlo dos veces, se subió a la barandilla y se lanzó al vacío, gritando las dos peores palabras que había dicho nunca: "Puñetera mariposa"
Como cada mañana, abrió el único chat que tenía fijado y escribió con velocidad: "buenos días! :)", guardó el móvil en su bolsillo trasero y fue a desayunar. Se puso el café y le llegó un mensaje, lo que hizo que el corazón de la chica se parara por un momento y comenzara a latir con mucha fuerza al pensar que había sido ese chat de arriba del todo el que había sonado. Sabía que no era así, pero aún le pasaba, no había conseguido acostumbrarse a la ausencia de la antigua dueña de esa conversación. Supuso que era normal, apenas hacía diez días de todo, bastante que iba a volver a clase. Se tomó el café y una tostada a duras penas, desde que su ángel de la guarda se había ido nunca le apetecía comer nada. Le dolía que los buenos días nunca tuvieran un segundo tick indicando que habían llegado a su destinataria. Pero es que en realidad ya no había destinataria. La chica salió del portal y caminó, triste, mientras una canción que no era capaz de escuchar sonaba en sus cascos y ...
Wow... me ha gustado mucho!
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